jueves, 3 de abril de 2014

los ochentas para siempre

Cuando fue la última temporada de Los 80 me quedé pensando a medida que avanzaban los capítulos por qué yo quería que Ana perdonara a Juan, siendo que en la realidad, si fueran mis conocidos o alguien me contara la historia, no lo aceptaría. Lo medité bastante, demasiado, pero llegué a la respuesta. 

Recuerdo cuando empezó la serie todos estábamos encantados con la trama, los personajes, la producción, etc. De lo que no me di cuenta hasta la otra vez fue que también estaba encantada con la familia, con el significado del concepto que la serie le daba. Esto fue así siempre, hasta que quedó la cagá con los Herrera. 
O sea, siempre quedaba la embarrá (o no tendría sentido), pero siempre se apoyaban, se fortalecían, y se unían mucho más. Siempre. 

La última temporada fue la gran crisis del matrimonio, y la crisis en mi casa también. Y ahí fue donde caí. Los Herrera eran MI familia, o cómo siempre quise que la mía fuera (y muchos, como he visto). Entonces cuando esta familia se separa... Me quedo sin esperanzas, me quedo sin familia. 

Ninguna persona debería aceptar ni soportar ningún tipo de violencia. 

La tele me abrazó... Me terminó dando miedo.